El ir y el devenir del mercadeo en el mundo, cada vez más, exije mayores esfuerzos y acciones por parte de las organizaciones comerciales. Tomando como base el enunciado anterior, las empresas —sin importar su tamaño— deben diseñar y ejecutar estrategias dinámicas de mercadeo que se traduzcan en opciones de mercado.
El competir en productos, calidad, precios, tecnología y servicio, es un enfoque que actualmente las organizaciones aplican en sus programas comerciales, como punto de partida en la ruta a la conquista de mercados locales, regionales, nacionales e internacionales.
Así como avanza el mundo; el mercadeo avanza y se transforma. Las tendencias priman, los componentes del mercado varían, las estrategias se transforman y los clientes evolucionan; a tal punto, que en última instancia, compran donde quieren y cuando quieren.
Conocer lo que marca la diferencia entre productos, dejó de ser un secreto para las empresas. Estas saben que el éxito de las ventas está ahí, en ese principio elemental, desconocido e ignorado por muchos y que hoy, algunos gestores del proceso de mercadeo organizacional, se niegan a aceptar y aplicar.
Cada hora en el mundo, salen cientos de "productos nuevos" al mercado. Sin importar, si realmente son nuevos, modificados o actuales, estos deben ser capaces de diferenciarses entre sí. Si no es así, como competidores, carecerán de un lugar destacado en el mercado, no figurando en las posiciones de los más apetecidos y vendidos.
Así las cosas, diferenciación es la clave para posicionarlos en el mercado, pero, no sólo posicionamiento en la mente de los consumidores, sino también en el corazón de éstos, pués el binomio: mente-corazón es la fórmula ganadora para permanecer en el mercado y por ende, en las listas de los más comprados. Entonces, acción es la opción.
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