En la actualidad,
las Organizaciones utilizan el marketing como instrumento de medición y
orientación hacia el mercado para identificar las expectativas y necesidades de
sus clientes, e implementar estrategias pensadas en su capacidad de producción,
el alcance de sus productos, el precio, el estado de las ventas, el impacto de
las promociones, el servicio al cliente y el medio ambiente.
Con el diseño de
dichas estrategias, una empresa logra tomar ventaja frente a sus competidores.
Así, una estrategia certera le permitirá a la Organización diferenciarse en el
mercado y ser elegida por los compradores, los consumidores, los clientes,
usuarios y público en general.
Es necesario,
entonces, que el marketing en las Organizaciones sea concebido como una filosofía
empresarial, que guíe y centre sus esfuerzos en todas las áreas de la
compañía e involucre a todos sus miembros —en su modo de pensar y actuar— a tal
punto, que trace la forma de concebir la relación de intercambio y la manera de
hacer y ejecutar el marketing.
De esta forma, la
función del marketing en las empresas, no debe seguir viéndose como una
responsabilidad exclusiva de un departamento, debe verse como una actitud de la
empresa para alcanzar sus objetivos, concebirse como un proceso integrado, que
responde a un principio del mismo marketing, es decir, al llamado marketing
integrado u holístico.
En este sentido,
las empresas no sólo deben agrupar, coordinar y desarrollar conjuntamente
los instrumentos promocionales con que cuentan, sino que deben generar sinergia
al interior de las mismas y, entender, que el mercadeo es una función inmersa
en el resto de sus funciones (producción, finanzas, recursos humanos). Todo lo
que se haga en la empresa debe conseguir la satisfacción tanto del consumidor
como de la empresa.
Así las cosas, una
Organización debe proyectar su producción pensando en el consumidor, el precio
debe fijarse con base a la capacidad de compra de éste y, de igual manera, el
talento humano de la empresa, debe comprender que todo su quehacer —así como su
actividad— deben orientarse al cliente, quien es el que realmente
define el posicionamiento de los productos, según la demanda,
percepción y consumo que tenga de ellos.
De acuerdo a este
enfoque, el marketing se convierte en la función central de toda empresa
y las demás funciones girarán a su alrededor (como eje principal del acontecer
empresarial). Bajo esta condición, toda organización debe concebir el marketing
como una filosofía del día a día, ya que el mercadeo empieza en
el cliente y culmina en el cliente.