La educación de hoy no será la de mañana. Con esta aseveración se
confirma la dinámica evolucionista del sector educativo. Las
instituciones de educación superior deben estar preparadas para
enfrentar los retos y cambios que el desarrollo económico y tecnológico
requiere en el ámbito del marketing.
Para alcanzar el desarrollo es fundamental e importante fortalecer los
modelos educativos. La inversión en el sector de la educación conduce a
mejorar la situación económica de las entidades que ofertan este
servicio.
La visión de los centros educativos debe responder a los cambios que se
presenten en todos los órdenes del espacio vital. En tal sentido, las
universidades están obligadas a trabajar de la mano con las empresas.
Ese proceso conlleva a que las universidades actúen como empresas,
comunicando y promocionando un portafolio de servicios acorde con la
dinámica del mercado y la demanda de la industria. En esta cadena de
actividades los entes educativos ejercitan y desarrollan tareas propias
del marketing.
Las universidades como instituciones serán autónomas, pero como negocios
resultan vulnerables. Desde esa óptica es imperioso aplicar estrategias
encaminadas a la fidelización de los clientes con el llamado marketing
uno a uno. Mediante esta herramienta se crean, fortalecen y conservan
las relaciones a corto, mediano y largo plazo de la universidad con sus
estudiantes y se neutraliza de una forma u otra, la deserción
estudiantil.
Para las instituciones universitarias es fundamental conocer quiénes son
sus educandos, egresados, participantes en cursos de extensión y en
general miembros de la comunidad interesados en sus servicios.
En la aplicación del marketing educativo se recurre a las relaciones
públicas, publicidad, comunicaciones y al CRM -Customer Relationship
management- como una forma de gestión de la información interna y
externa de los miembros de la comunidad universitaria.
Una táctica en la consecución de estos objetivos, es la de realizar
envíos de información promocional a través de correo directo, mailing,
volantes o valiéndose de la técnica de telemercadeo, como parte del
Marketing Directo.
Con este último, se monitorea el servicio que ofrece la universidad y se
recogen inquietudes de sus participantes. Por eso, la educación de hoy
no será la de mañana. Hay que pensar en modernizarla con nuevos
programas, currículos y calidad como lo promueve la Ley 30 de 1992.
Si se trabaja sobre los principios de dicha ley, las universidades más
que posicionar un nombre, forjarán una marca. Para lograrlo, nada más
indicado que un departamento de mercadeo al interior de estas
organizaciones que se encargue de coordinar y divulgar los servicios y
actividades de investigación y extensión de dichas instituciones.